Un turista español de 19 años sufrió un traumatismo de tórax cuando cayó junto con una escultura de 300 kilos; está fuera de peligro

Las tumbas y las bóvedas de figuras de la historia argentina como Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre, Hipólito Yrigoyen y Eva Duarte de Perón resultan una fuerte atracción para los miles de turistas que visitan el cementerio de la Recoleta. Ninguno debería desestimar el dato de que las esculturas emplazadas allí son antiguas y muy pesadas para no exponerse a un peligro impensado.
Eso ocurrió ayer, cuando un turista español de 19 años subió a una pared para tomar una fotografía mientras realizaba un paseo y se tomó de una estatua de 300 kilos y más de 100 años. Consecuencia: el joven y la escultura se precipitaron al suelo; a raíz de las lesiones recibidas, el turista debió ser trasladado al hospital Rivadavia, en el mismo barrio.
Según explicó a LA NACION el director del SAME, Alberto Crescenti, el joven sufrió un traumatismo de tórax que no puso en riesgo su vida. Sólo fue un susto para él y su familia, quienes se encontraban recorriendo el cementerio. El turista permaneció en el hospital durante varias horas mientras se le realizaban algunos estudios; por la tarde, recibió el alta médica.
«Siempre hay turistas sacándose selfies, pero es la primera vez que pasa algo así», contó Emanuel Palavecino, quien trabaja en el cementerio. Agregó que la estatua, con la figura de una mujer, «se encontraba a 50 centímetros del piso y tiene dos metros de altura».
Ayer al mediodía, cuando se conoció el hecho, la primera versión era que la estatua había caído sobre una persona. En ese momento se despertó el recuerdo inmediato de lo ocurrido el 5 de febrero de 1996 en el Paseo de la Infanta, cuando una escultura de 250 kilos cayó sobre Marcela Iglesias, una niña de 6 años, y le provocó la muerte. Hoy, el lugar lleva su nombre.
Rápidamente, el Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la ciudad aclaró lo ocurrido y también dio detalles de las distintas responsabilidades dentro del cementerio. Cada bóveda depende de la familia propietaria, que debe garantizar el mantenimiento del espacio, al igual que todas las esculturas y otras estructuras.
Se trata de espacios privados dentro de un gran predio público controlado por la Dirección de Cementerios, del mencionado ministerio. Esa área se encarga de realizar relevamientos periódicos para avisar a los propietarios si deben hacer alguna reparación.